miércoles, 27 de marzo de 2013

La línea que une dólmenes y vírgenes negras

    Dicen que la tierra está formada por líneas telúricas, líneas de especial energía que cruzan el planeta y donde lo sensorial es más intenso. Hay quien da a estos puntos carácter sobrenatural y quien sólo habla de que estas energías se producen por magnetismos creados por ríos subterráneos.
No seré yo quien me ponga a dilucidar sobre si son o no son sobrenaturales estos puntos. Pero hace tiempo que tengo la teoría de que por Hondura de Huebra pasa por una de estas líneas telúricas. No por el mismo pueblo pero si por los terrenos que la rodean.  Esta teoría viene abalada por el dolmen, el ara votiva en honor a la diosa Ilurbeda, encontrada  en Segoyuela de Cornejos, y la alineación con otros dolmenes y antiguos restos de carácter religioso.

Virgen de la Peña de Francia.

En los tiempos donde el ser humano estaba más en contacto con la naturaleza y sus instintos estaban mucho más desarrollados, también el carácter sensorial lo estaba. Es por eso que los templos se construían en lugares donde la energía era mucho mayor.  Fueron posíblemente los templarios los que mayor cantidad de templos construyeron en puntos situados sobre líneas telúricas. Y como no podía ser de otro modo en la sierra salmantina, cerca de Hondura tuvieron sus sedes estas órdenes religiosas, siendo Los Santos y Monleón quizá los pueblos más importante en este sentido.

Escribe Mercedes Izquierdo, en una investigación que hizo para  la Red Arrayan :

 " Hay multitud de dólmenes por toda la zona en La Guadaña, Los Duranes, Los Torrejones. Además tenemos el verraco de Monleón. Y es curioso que el camino que une equidistante a las Vírgenes Negras de la Comarca enlaza y pasa en las cercanías de estos dólmenes y megalitos, así como por multitud de corrientes de agua y fuentes, cuyo recorrido recomiendo para senderistas y aventureros".

En cuanto tenga tiempo ( quien sabe cuando será eso), prepararé un mapa en el que se podrá  observar la línea que sigue Segoyuela de los Cornejos, el dolmen de Hondura y otros templos y monumentos religiosos de carácter antiguo.

Decir que las vírgenes negras son según estudios sobre el mundo celta deidades druídicas que han evolucionado al cristianismo.
 Indica Jacques Huynen en el libro "El enigma de las vírgenes negras" colección otros Horizontes de (Ed. Plaza Janes)
              "Las Diosas Madres Celtas, tienen la misma actitud que las Vírgenes Negras, el cristianismo se implantó en los  mismos sitios de culto que los "Druidas", como en : Chartres, Le Puy en Velay...  (probablemente la estatua de los druida de la cripta, era una estatua negra, fue destruida durante la revolución), incluso el nombre de las catedrales dedicadas a la Virgen "Notre Dame" hace pensar en "Nuestra Madre" o "Diosa Madre".

Con la llegada del Cristianismo,
las Vírgenes pasaron a un segundo lugar, pues el cristianismo es una religión "Patriarcal" (Padre, Hijo...), pero los pueblos siguieron venerando a las "Diosas-Madres", la Iglesia intentó harmonizar el cristianismo con las tradiciones locales, el culto a María se introdujo en el Concilio de Efeso año 431, como Virgen y Madre de Dios, esta introducción se hizo lentamente en Francia durante los reinados Merovingio y Carolingio, son raros los documentos encontrados de esta época. 

Algunas estatuas se fabricaron siglos más tarde para remplazar las estatuas antiguas que habían desaparecido de forma accidental, o destruidas durante las guerras de religión o durante la Revolución Francesa.


En la Edad Media, el culto a la Virgen evolucionó"

En el artículo publicado en la web de historia celtíbera Celtiberia, (1) hablan de 5 vírgenes negras en la zona, 4 de ellas autentificadas. Aunque no he podido encontrar más vírgenes negras en Salamanca que La Virgen de la Vega y La Virgen de la Peña de Francia.

Disfrutar del día,
Nubeh.


Más información sobre vírgenes negras:  http://www.lahornacina.com/dossiernegras.htm
http://sierradefranciaymas.blogspot.com.es/2011/07/virgenes-negras.html
http://www.masalladelaciencia.es/hemeroteca/juan-eslava-galan-las-virgenes-negras-ocupan-los-santuarios-de-la-diosa-madre_id21858/juan-eslava-galan_id266678.html
http://www.salamanca24horas.com/provincia/36139-el-grupo-senderista-masqueandar-organiza-este-domingo-de-cultos-paganos-a-virgenes-negras

Fuentes sobre mundo celtibero y virgenes negras
http://mariac457.blogspot.com.es/2011/07/las-virgen-negras.html
(1) http://www.celtiberia.net/articulo.asp?id=2350

martes, 26 de marzo de 2013

"Cuaderno de Entresierras" se hace eco de Hondura

Al igual que tantas veces se hizo en El álamo de la plaza, queremos desde esta versión homenaje 2.0 dar también las gracias. En este caso a Cuaderno de Entresierras, que nos ha dedicado una preciosa entrada que podéis ver aquí.
http://cuadernodeentresierras.blogspot.com.es/2013/03/hondura-de-huebra-20.html

Blog que muestra la actualidad, paisaje  y cultura de la comarca de Entresierras, y que en las palabras e informaciones de gente como Raúl, gestor de este blog,  tienen voz. Algo que al igual que sus habitantes va perdiendo el mundo rural.

Por este motivo es tan importante que su historia no se pierda, que no se pierda su esencia, sus costumbres, su aportación, su paisaje... por que si ellos también se perderá su gente y nos quedaremos huérfanos de naturaleza con padrinos de ladrillo y cemento.

Y vosotros qué opináis, ¿Hondura de Huebra se puede considerar comarca de Entresierras?

Foto tomada del blog Cuaderno de Entresierras.


Feliz día,
Nubeh.

Las cigüeñas llegaron al campanario

LLegaron las cigüeñas al campanario de Hondura. Gracias a Jose Martín que ha sacado esta fotografía para poder compartirla con todos vosotros.

Buen día, Nubeh.

lunes, 25 de marzo de 2013

El nº 1 de "El álamo de la plaza". Ya disponible


Ya tenemos escaneada la revista nº 1 de "El álamo de la plaza". 44 páginas en b/n en formato pdf.

Como queremos ampliar los datos sobre Hondura de Huebra os hago un trueque. Quien la quiera que envíe email a honduradehuebra@gmail.com contándonos quien es, que relación tiene con Hondura y alguna cosa sobre este histórico pueblo. Pueden ser fotos del pueblo, de su familia, historias que le contaron, su árbol genealógico... lo que sea que nos ayude a conocer todo lo que pasa y ha pasado en Hondura. Si tenemos en cuenta que lo más antiguo que se conoce de él es el Dolmen, que data de hace más de 8000 años, ¡ tenéis cosas de sobra que contar!

Os saluda.
Nubeh.

domingo, 24 de marzo de 2013

Cartas y recuerdos desde Argentina. El álamo...nº 18


Una de las primeras entradas de esta segunda etapa del El Álamo de la Plaza quería que fuera un recuerdo a Argentina, ya que es desde estas tierras cuando hace más de 10 años cuando contacté con Marcelo, descendiente de Hondureños y también amante de Hondura y de su historia.  Por este motivo transcribo la carta aparecida en el nº 18. 1994 de El Álamo de la Plaza. Enviada por Agustina de Gili.  San Guillermo. Santa Fé. República Argentina.

  Cartas y recuerdos desde Argentina
Recibimos noticias a instancias nuestras de aquellos vecinos de Hondura de Huebra. D. Felipe y Dña. Trini que se marcharon hace la friolera de cuatro décadas, viven en San Guillermo. Están muy bien . Nos enviaron una publicación del pueblo que cumple 100 años, su título " San Guillermo, un pueblo que crece bajo el signo del trabajo, 1884-1994". También nos mandaros propaganda de San Guillermo y la invitación para visitarles.

Te agrademos todo en espera de poderles visitar. Comentamos las noticias por el pueblo y la alegría de saber que unos convecinos viven muy bien al otro lado del Atlántico llego hasta suscitar la emoción.

Un saludo cordial de todo Hondura. Les enviaremos nuestra revista.

Nos escribió Colombo Raúl un nieto de los citados anteriormente hijo de Elvira, nacida en Hondura, desea contacto con nosotros. Le escribiremos y le vamos a complacer. Es el nieto mayor de la Sra. Trini, nos dice.  Sin lugar a dudas le invitamos a venir a España. Se lo diremos por carta.
Recibimos también carta de Agustina otra de las hijas del matrimonio Felipe-Trini, nos cuenta cosas, tiene un hijo datilógrafo y analista de sistemas, trabaja en la Comuna. Nos ofrece su casa. Algún día le daremos la sorpresa.
Nos agradó muchísimo el tener comunicación de ellos, también sus familiares se pusieron extraordinariamente contentos.

Fuente: El álamo de la plaza nº 18. Año 1994. Pag. 43

sábado, 23 de marzo de 2013

El dolmen

Situación: Aproximamente a un km. al Sudeste del pequeño pueblo de Hondura en el paraje conocido con el nombre de La Dehesa, a unos 500 m, al norte del camino que conduce de Hondura a Escurial de la Sierra se encuentra este monumento megalítico. Se halla junto a la orilla izquierda del regato "Hojita" en una llanura a 940 m. s.n.m.
Por coordenadas 40º38´14´´ latitud Norte y 2º15´23´´ longitud Oeste
Aparece en la hoja Nº527 "Sequeros" del mapa topográfico 1/50.000 del Instituto Geográfico y Catastral.

Descripción:
Conserva siete ortostatos de esquisto cuarcítico delimitando el sector occidental de una pequeña cámara de planta oval a juzgar por el hueco aún perceptible que ocuparon los ortostatos del sector Noroccidental.
Las medidas interiores son de 3 por 2.10m y su eje longitudinal muestra una dirección N.S.
 El corredor se insinúa únicamente por una piedra hincada situada a 3.90m de la cámara en dirección Sudoeste, que apenas sobresale del túmulo unos 10cm.
Los ortostatos de la cámara aún conservados aparecen incrustados en un túmulo de unos 28m. de diámetro y quedaron en parte al descubierto al utilizar el monumento como cantera en fecha realtivamente reciente. Estos ortostatos muestran forma bastante irregular debido a la naturaleza de la roca, no obstante se presentan bien ajustados unos a otros.

Fuente. Revista El álamo de la plaza nº 1. Año 1983. Pag. revista no paginada.

viernes, 22 de marzo de 2013

Los renteros

Hondura de Huebra fue señorío hasta 1922 cuando trece renteros compraros Hondura a la vizcondesa de Garcigrande, de la casa de Alba.
Así reza la placa dedicada a ellos en el centro de la plaza.

El pueblo de Hondura de Huebra
a los renteros

Juan Antonio Martín
Emeterio Criado
Amado García
Cesareo Martín
Andrés Crego
Ignacio Fraile
Angel Mechor
Antonio Martín
Manuel Gonzalez
Catalina Gonzalez

Que con su esfuerzo lograron
comprar la dehesa de Huebra
el año 1922 a la Sª Condesa
de Garcigrande de la Casa de Alba

El proceso histórico de despoblamiento en la provincia de Salamanca. Libro de Interés


Enlace: http://books.google.es/books?id=wTXQCvSGU6IC&pg=PA23&lpg=PA23&dq=hondura+de+huebra+los+renteros&source=bl&ots=9N6zSloAIL&sig=lNRF9PdcjGYBY2DclVa57pkg6kQ&hl=es&sa=X&ei=T3xMUbbQJYq57Abnh4HoAg&ved=0CEMQ6AEwAg#v=onepage&q=hondura%20de%20huebra%20los%20renteros&f=false

El proceso histórico de despoblamiento en la provincia de Salamanca
Autor: GARCÍA MARTÍN, Bienvenido



ISBN: 978-84-7481-202-2
P.V.P.: €20,00 (IVA Inc.)

Año: 1982
Colección: EH (Estudios Históricos y Geográficos), 032
Tras un breve estudio sobre la configuración geográfica de la provincia se analizan las causas político-jurídicas, geográficas y demográficas del proceso de despoblamiento partiendo de la Edad Media hasta el siglo xx. La dependencia de la actividad agrícola y sus vaivenes configura las fluctuaciones demográficas. El estudio de los «despoblados» a lo largo de la historia sirve de termómetro para conocer los cambios sociales y las innovaciones en los asentamientos. Particular interés tiene la parte correspondiente a los siglos XIX y XX. Se completa con un apéndice descriptivo de los despoblados existentes distribuidos por años.
El proceso histórico de despoblamiento en la provincia de Salamanca
Sobre el LibroInformación Adicional:
Páginas: 166
Sobre el libro

¿Quien fue Ana María?. ¿El amor de Gabriel y Galán?

En la revista nº1 de El Álamo de la Plaza nos encontramos con un artículo sobre José Mª Gabriel y Galán y su relación con Hondura.
 EL artículo no viene firmado, pero paso a transcribirlo para intentar recabar más información al respecto.

Gabriel y Galán que había nacido en Frades de la Sierra el 28 de junio de 1870 conocía perfectamente la zona de Huebra por muy diversas circunstancias y estuvo, al menos, dos veces en Hondura; una de ellas siendo chaval en casa de mi abuela Eladia.
Su padre llamado Narciso, había nacido en Orejudos, junto a Mozarbez y su madre Bernarda en Frades de la Sierra, pero habían estado de montaraces en Sanchogomez y   también en la Sierpe, por estos alrededores todo el mundo le conocía con el nombre de "El Montaracín" por su estatura.
Mantenía una gran amistad con la familia el Sr. Antonio García desde cuando estuvieron en La Sierpe, en este lugar dejó la montaracía.
Los hermanos de Jose Mª fueron siete. Uno de ellos Abogado del Estado en Zamora y Madrid. Escribió un libro muy interesante titulado " La propiedad territorial en la provincia de Salamanca " año 1909.
Otro hermano, Luis, era labrador en Frades. Dos hermanoas murieron de pequeñas y otra se casó con un labrador de La Maya, , Carlota fue otra, y se casó con  un médico de Frades.
Fué descubierto como poeta por el Padre Cámara obispo de Salamanca y por D. Miguel de Unamuno, que dice de él : "... es un consuelo y un alivio el leer un poeta cualquiera   verdadero como Galán..."
Al parecer el primer amor de Gabriel y Galán esta relacionado con Ana Mª, que en las cartas firma Ana García García, y que como se ve tiene relación con Hondura, pero no hemos podido averiguar quien pudo ser.

Poema de Gabriel  y Galán

ANA MARÍA


(Fragmentos de un poema)

I

La primavera

Una alondra feliz del pardo suelo,
fue la primera en presentir al día,
y loca de alegría,
al cielo azul enderezando el vuelo,
contábaselo al campo, que aún dormía.

Celosa codorniz, madrugadora,
dijo tres veces que la bella aurora
se avecinaba con amable prisa:
del lado del Oriente
vino una fresca misteriosa brisa,
con las alas cargadas de relente,
y aun en sagrada oscuridad envueltas
las hojas de los árboles sonaron
dulcemente revueltas,
las mieses ondearon,
y de los senos de la tierra helada
surgió, vivificante,
el húmedo perfume penetrante
que solo sabe dar la madrugada.

¡Cuán bien se disponía
Naturaleza a recibir el día!
La línea pura del albor naciente,
vaga primicia grata
del de la luz fecundador tesoro,
primero fue de plata,
más tarde de oro,
después encendidísima escarlata,
roja amapola, y luego
cegador, chispeante, ardiente fuego.

En medio de la lumbre
que derretía el encendido Oriente,
sobre el perfil de la elevada cumbre,
el sol triunfante levantó la frente...
y a la puerta feliz de la alquería
asomó al mismo tiempo Ana María.
¡Gran Dios, bendito seas!
¡Qué soles, Dios de amor, qué soles creas!




II




Ana María

¿Por qué tan madrugadora
la rosa de la alquería?
Porque es una labradora
castiza y trabajadora
que siente pequeño al día.

¿Por qué tan pronto romper
del mañanero dormir
y del soñar el placer?
Porque dormir no es vivir
y soñar no es proveer.

Porque sabe que conviene,
como le enseña su madre,
mirar al tiempo que viene...
¡Por eso tiene su padre
la buena hacienda que tiene!

Tiene en la alegre alquería
labor y ganadería,
con pastos siempre sobrados;
huertos en la Alberguería,
y en Hondura casa y prados;

y de su padre heredadas,
y en su gente vinculadas,
puede en la Armuña contar
con cuatro o cinco yugadas
de tierras de pan llevar,

y, estimulante más grato,
corren añejas hablillas
diciendo, no sin recato,
que tiene zurrón de gato
lleno de onzas amarillas.

Y aun dice la gente a coro
que son su hacienda y su oro
cosas de menos valía
que aquel divino tesoro
de su hermosa Ana María.

¡Y dice verdad la gente!
Pues ¿quién como esta doncella
promete vida tan bella
cual la del nido caliente
que del hogar hará ella?

Del monte en el mundo estrecho
túvola Dios que poner,
porque paloma la ha hecho.
No tiene hiel en el pecho,
¿cómo ha de darla a beber?

Dará bálsamos calmantes,
hondas ternuras sedantes,
cosas del alma sin nombres...
¡Lo que buscamos los hombres
del grave vivir amantes!

Natura le dio belleza;
su madre le dio ternuras;
su padre, viril nobleza,
y Dios la humilde grandeza
que tienen las almas puras.

Los rayos del sol, fogosos,
cetrina su tez pusieron,
y los aires olorosos
de los montes carrascosos
la sangre le enriquecieron.

Diole el trabajo soltura;
la juventud, bizarría;
el buen ejemplo, cordura;
la sencillez, alegría,
y la honestidad, frescura.

Con generosa largueza,
Natura le dio riqueza
de sustancioso saber.
¿Qué enseña Naturaleza
que no se deba aprender?

Que la abeja es laboriosa,
que la tórtola es sencilla,
que la hormiga es hacendosa;
que se esconde, que no brilla
la violeta pudorosa...

Que las aves hacen nidos,
siempre solos y escondidos
en los senos de la fronda,
porque no es la dicha honda
buena amiga de los ruidos;

que los ríos y las fuentes
tienen aguas transparentes
cuando corren muy serenas...,
que son limpias las arenas
y son mansas las corrientes;

y de aquella golondrina
que ha anidado en la campana
de la rústica cocina,
se despierta alegre y trina
cuando apunta la mañana.

Que las corderas vehementes
que se apartan imprudentes
de las madres clamorosas,
morirán entre los dientes
de famélicas raposas.

Eso Natura enseñaba
y eso la moza aprendía.
Quien era mozo soñaba,
yo era poeta y cantaba,
Dios es bueno y bendecía.



III



Los amores

Así miraban los mozos
la alquería solitaria
como su cueva el avaro,
como el sediento las aguas,
como el labriego su siembra,
como el cabrero sus cabras,
como los santos la gloria,
como sus dichas el alma.
En vano mandó emisarios
el mozo aquel de Villalba,
que tiene buena presencia,
buena hijuela y buena fama.
En vano mandó memorias,
por boca de un viejo guarda,
Tomás el de Moraleja,
que ha de disfrutat mañana
su buena montaracía,
su no pequeña senara,
sus buenas yeguas de vientre,
su buena punta de vacas.
En vano, como los otros,
mandó después una carta
por medio de una pavera
que está en la dehesa rayana,
José Manuel, el de Fresno,
hijo de gente muy sana,
vividor como una oruga
y muy metido en su casa.
En vano aquel estudiante
que estudiaba en Salamanca
y a holgar iba en los estíos
a la solariega casa,
llegaba hasta la alquería
contando azares de caza
que lo llevaban rendido
buscando descanso y agua,
y algo más que Ana María
discretamente callaba.
Tampoco era el elegido
Manuel Andrés, el de Navas,
aquel que yendo a la aceña
perdió una jornada larga
para que viera la moza
pasar por ante su casa
cuatro parejas de bueyes
que daba gusto mirarlas,
con dorados esquilones
y melenas coloradas;
cuatro carros muy galanos,
llevando la rica carga
de cien fanegas de trigo
para el consumo de casa;
costales nuevos, de estopa
como la nieve de blanca,
escriños y sacas nuevas,
alforjas abarrotadas
y el amo llevando el carro
que iba rompiendo la marcha.
Todo lo vio Ana María,
que estaba fuera de casa
tendiendo al sol unas telas
como la nieve de blancas,
y, ni amorosa ni esquiva,
cuando llegó a saludarla,
al majo mozo engreído
le dijo en tono de hermana:
«Hijo, tienes unas yuntas
que da contento mirarlas.
Así quisiera las nuestras,
pero mi padre me salta
con que las carnes que sobran
son garrobitas que faltan.»
Como este mozo pasaron
por la afortunada casa
mozos de toda la Huebra,
mozos de tierra de Alba,
madres de mozos huraños,
gañanes con embajadas,
comadres con panegíricos,
parientes con esperanzas...
Mas cuando llegaba el caso
de dar la respuesta ansiada,
marchábase Ana María,
su padre no contestaba,
y sola la pobre madre
henchir algo procuraba
la alforja a los emisarios
con semejantes palabras:
«Que se agradece el acuerdo;
que la familia es honrada;
que el mozo, si sale a ella,
será un hombre de su casa;
pero que ahora es una niña
sin reflexión la muchacha,
y hay que dejar que se críe,
que es mucho lo que hace falta
para enseñarle a una hija
a ser mujer de su casa.»
Y así pasaban los meses,
y así los años pasaban,
y un vaquerillo que antaño
sirviendo estuvo en Arlanza
y hogaño estaba en Olmedo,
trajo de Olmedo una carta
que recibió Ana María
y abrió su madre en la sala,
que no es la cocina sitio
para secretos de casa.
Y así la carta decía
con letras muy retocadas,
y así, dos meses más tarde,
la moza le contestaba:


Las cartas

1



«Apreciable Ana María:
Me alegraré que te halles
al recibo de estas letras
que te dirige tu amante,
tan bien como yo deseo,
en compaña de tus padres,
pues yo estoy bueno, a Dios gracias,
pa lo que gustes mandarme.
Pues sabrás, Ana María,
que el motivo de mandarte
por el dador esta esquela,
es porque dice mi madre
que antes de dir a tu casa
debo de manifestarte
las intenciones que tengo
determinao de expresarte,
y son el tratar contigo,
si son gustosos tus padres,
y si tú también lo eres
como este tu fino amante.
Pues el motivo de ello
sabrás que es el de apreciarte
y el de casarme contigo,
si no encontraras achaques
que ponerle a mi persona,
como tampoco a mis padres.
Pues sabrás que a mí me corre
bastante prisa el casarme,
por causa de que mi hermana
por mí tiene que esperarse,
y el novio le mete prisa
por mor de no tener madre.
Pues sabrás que yo deseo
que, cuantis puedas, me mandes
a decir el resultado
de si todos sois gustantes,
pues el saber que me quieres
será un alegrón bien grande,
pues sabrás que yo te quiero
ya hace tres años cabales,
y por ser uno algo corto
pues no te lo he dicho antes.
Sin más, les darás memorias
a tu padre y a tu madre,
y tu recibes el alma
y el corazón de tu amante,
que te aprecia y que lo es,
Juan Manuel Sánchez y Sánchez.»

2

«Apreciable Juan Manuel:
Me alegraré que recibas
la presente disfrutando
de igual salud que la mía,
en compaña de tus padres
y de la demás familia.
Pues sabrás por la presente
que recibí hace tres días
la esquela que me mandaste
diciéndome que te escriba
mandándote el resultao
de lo que en ella decías.
Pues sabrás que se lo dije
a mis padres en seguida,
lo cual les ha parecido
que vienes con mucha prisa,
y dicen que yo no tengo
prisas ningunas hoy día.
Pues sabrás por la presente
lo mucho que te se estima
el acuerdo que has tenido
y el decir que a mí me escribas
con licencia de tus padres
y de toda la familia.
Pues de aquello que tú quieres
el resultao en seguida,
sabrás que no hemos pensao
el asunto entodavía;
por lo cual no puedp ahora
darte entrada ni salida;
pero si vas a Cabrera
quizás allí te lo diga,
porque hemos determinao
de dir hogaño a la misa
que va mi padre, a motivo
de ser de la cofradia.
Sin más, les darás memorias,
de parte de mi familia,
a tu padre y a tu madre,
y se las das también mías.
Y tú también las recibes
de tu afectísima amiga,
que te aprecia y que lo es,
Ana García y García.»


IV

Carrera

Donde Dios nos dé un campo deleitoso
levantamos los hombres una hermita,
que así como el Edén es delicioso
porque el Señor lo habita
el campo es más hermoso
Cuando el Dios que lo hizo lo visita.
Dios quiso un día derramar verdura
sobre los campos de Cabrera amenos,
y aquella casta de la sangre pura,
la rica casta de los hombres buenos,
aquellos que la vida atravesaron
con paso de viajero que no yerra,
una ermita en Cabrera levantaron,
y vivieron con Dios sobre la tierra.
Era la raza cuya muerte lloro
cuando con Dios para llorar me encierro,
almas de acero, corazones de oro,
pechos de cera y miel, brazos de hierro.
Hijos de Dios y para Dios criados,
conocieron a Dios; fueron piadosos;
pidieron solo pan; fueron honrados;
el mundo no los vio; fueron dichosos.
Con Dios vivir supieron,
y en Dios al fin morir. ¡Cuán sabios fueron!

Eran los campos su vivienda hermosa;
los del hogar, sus pensamientos fijos;
su eterno amor, la esposa;
su eterno afán, los hijos;
su instrumento, el arado;
el bien querer, su natural deseo;
y el bien obrar, su natural estado,
y el Cristo de la ermita de Cabrera,
su rey, su amor, su providencia era.
La mano tosca y dura
del anónimo artista
que labrara la bárbara escultura
supo infundir en ella,
con sublime inconsciencia de vidente,
las grandezas insólitas de aquella
fe gigantesca de la vieja gente.
Era el sagrado leño
la visión infantil, místico sueño
mayestático símbolo imponente
de la robusta concepción cristiana
del alma ruda y sana
que a Cristo-Dios en la conciencia siente.
¡Nuestro Cristo es aquel! Nos lo legaron
los rudos patriarcas
que vivieron con El y a El consagraron
las nativas y fértiles comarcas.

¡Nuestro Cristo es aquel! Eramos niños
y los maternos labios rumorosos
que cantando difunden los cariños
y besando los sellan amorosos,
nos cantaban con música de gloria
y habla de oro que la suya era,
la de prodigios peregrina historia
del Cristo de la ermita de Cabrera.
¡Nuestro Cristo es aquel! ¿Qué hermano mío
en mi Patria nació que no haya amadp,
si Dios para el amor los ha criado
y siempre al bien su voluntad dispuesta
hace nacer a la mujer honesta
en la tierra feliz del hombre honrado?
¿Y quién que tuvo amores
en la tierra feliz de mis mayores
del idilio amoroso no escribía
la página primera
en aquella famosa romería
del Cristo de la ermita de Cabrera?
¡Nuestro Crist es aquel!








Costumbres: Embarazo y parto

Fuente: http://www.funjdiaz.net/folklore/07ficha.cfm?id=1418

Autor: ESPINA BARRIO, Angel-B. y JUEZ ACOSTA, Eduardo


Título del artículo: Creencias y rituales asociados al ciclo vital en la Huebra (Salamanca ): embarazo y parto
-.-
El ser humano necesita marcar socialmente los cambios que jalonan el discurrir de su vida. El tiempo pasa de manera continua; sin embargo, es necesario establecer saltos y fechas tanto en los ciclos vitales como en los anuales. Cuando se pasa de un estatus a otro -de un año al siguiente o de una estación a otra- se señala siempre un lapso de tiempo intermedio. Es un tiempo límite especial, de alguna forma sacralizado, festivo y, a veces, tabuizado. Es en estos momentos cuando se realizan los ritos llamados de paso que marcan, en el ciclo vital humano, los cambios de consideración, estado o jerarquía. Estos ritos han sido el objeto de estudio de muchos antropólogos. A Van Gennep debemos la denominación ritos de paso (rites de passage), fórmula más general que la de ritos de iniciación que suele guardarse para las prácticas asociadas al cambio adolescente-adulto (1) .M. Eliade es otro prestigioso intelectual que también ha tratado este tema observando, en los ritos de paso, un primer momento de «muerte» al anterior estado y un segundo de «resurrección» a la nueva posición (2). Con este simbolismo muerte-resurrección da cuenta de las prácticas que se realizan en los momentos límite. E. Leach, por su parte, habla de tres estadios: separación, margen e incorporación. Cada uno de estos momentos tiene una serie de ritos especiales, y su conjunto forma todo el rito de paso (3).

Los autores mencionados han sido tenidos muy en cuenta en algunas de las interpretaciones que ofrecemos a continuación (4).

La investigación que exponemos pretende rescatar las creencias, actitudes y rituales que se asocian a los momentos vitales de cambio en un pequeño pueblo de la provincia de Salamanca: Hondura de Huebra. Algunas de nuestras afirmaciones, sin embargo, pueden hacerse extensibles a todo el valle de la Huebra e, incluso, a zonas más extensas. Queremos ofrecer no sólo una recopilación de fórmulas y prácticas, sino también una reflexión y un intento de interpretación de las mismas.

EMBARAZO y PARTO

A) Concepción.

La mujer recién casada adquiere una nueva posición dentro de la sociedad; ahora bien, no posee plenamente su estatus hasta que no ha realizado lo que se le atribuye esencial y que da sentido a su matrimonio: tener hijos. Una vez realizada la unión, la recién te esposa desea de un modo ferviente el embarazo, pues el retraso de éste puede colocarla en una situación poco agradable dentro de su nueva familia. La parentela del marido pensará que no está cumpliendo con su parte en las obligaciones contraidas en el matrimonio. Esto es perfectamente imputable a toda sociedad que se encuentre organizada en grado sumo en torno a la familia y que, por tanto, prime el hecho de que cada nuevo matrimonio no tarde en aportar la descendencia necesaria para mantener la posición social y económica de la mencionada familia. No resulta extraño, según esto, que en toda la geografía española exista un amplio haz de creencias acerca de las maneras de acelerar tan ansiado embarazo. La provincia de Salamanca no supone una excepción. Es sintomático que, en casi toda la provincia, a la mujer que no puede concebir se le llame despectivamente «machorra». En toda la extensión de la demarcación provincial señalada se dan creencias y prácticas para conseguir el embarazo. La mayor parte de estas creencias da cuenta de un fuerte sentimiento religioso y, por esto mismo, de la convicción de que los hijos son un don divino. De esta forma, en la mayor parte de los casos, se acude a la divinidad para obtener la procreación deseada. Alternativamente existen algunas prácticas basadas en el pensamiento mágico (5).

La recién desposada de la comarca de la Huebra no es ajena a este tipo de situaciones que venimos describiendo, y en su búsqueda de la fecundidad recurre a diferentes variantes de lo sagrado:

Ofrecíamos unas velitas a San Antonio o hacíamos una promesa a la Virgen del Carmen (Hondura de Huebra).

La mujer de Hondura de Huebra, preocupada por el éxito de una cuestión sobre el que poco puede influir técnicamente, solicita la ayuda de fuerzas superiores personificadas. Pero junto a este tipo de búsqueda de la propiciación que apela a personificaciones de lo superior, también se creía en el poder fecundante de la luna: el cuarto creciente era la fase más favorable para asegurar la concepción (6).

Como ya se ha apuntado brevemente, este tipo de creencias remiten a todo un grupo de características mentales del campesino salmantino, como son: la importancia que se da a la familia y a los hijos -que continúan la misma- y el fuerte sentimiento religioso cuyo origen se encuentra en el diario contacto con la naturaleza que el hombre no puede dominar y de la que depende por completo.

B) La gestación.

Una vez que la mujer ha conseguido el esperado embarazo, en el deseo de conservar la incipiente semilla, se atiene a toda una serie de restricciones y cambios en el régimen alimenticio; hace votos y promesas a diferentes santos y, en definitiva, cambia su vida normal al recubrir el embarazo con todo un cinturón mágico de protección:

Yo ofrecí ponerme un hábito si el niño venía bien. Se lo ofrecí a la Virgen del Carmen (Hondura de Huebra).

Las restricciones alimenticias que la mujer debe respetar son muchas. Un ejemplo relevante que aglutina las características de tales prohibiciones es que la mujer no podrá comer ni tocar cebollas, ajos, etcétera, puesto que, de lo contrario, su leche sería demasiado fuerte. Se cree, en definitiva, que todas las acciones llevadas a cabo por la madre repercutirán directamente sobre el hijo.

La manifestación de antojos es casi universal. Han de ser satisfechos los deseos de la embarazada respecto a la ingestión de ciertos alimentos, ya que de alguna forma se piensa que es el propio niño quien demanda tal satisfacción. Negar algo de este tipo a la embarazada es, en realidad, negárselo al niño. No satisfacer el antojo repercutiría negativamente en el nonato a través de una acción mágica de eminente signo contaminante:

Me apetecía comer una fresa: si no lo hacía ya me quedaba con la cosa de que iba a salirle una mancha al niño. Mira, mi cuñada tiene una aceituna. (Hondura de Huebra).

Entre votos y restricciones alimenticias, la embarazada es el objeto de continuas predicciones acerca del sexo del futuro hijo. A juzgar por el alto número de formas que existen de adivinación puede inferirse que es muy vivo el interés en predecirlo. Ya veremos en su momento cómo subsiste en el fondo de todas estas predicciones una actitud diferenciadora entre ambos sexos. Algunas de estas predicciones se basan en pruebas; otras, en el aspecto o el comportamiento de la embarazada, algunas en la incidencia del entorno. Observemos esto según las palabras de los informantes:

Una tía carnal te metía una perra por el escote, y si salía cruz era niño (Hondura de Huebra) (7).

Si al parir la luna era menguante, era niña, y si era creciente, niño (Hondura de Huebra) (8).

Se cree también que si el bulto se movía o cargaba para un lado, era niño. Los embarazos cortos son indicativos de que el nonato es varón, y los largos, lógicamente, de que es niña. Igualmente sería niña si la mujer tenía manchas en la cara u orinaba constantemente (9).

De todas estas creencias puede deducirse que en la mentalidad del campesino se identificaba al niño con un estatus superior. Asimismo se hacía corresponder al varón con la derecha, y a la niña, con la izquierda (10) Puede afirmarse también que en todas estas predicciones se adivina un deseo secreto de que el niño sea varón, hecho explicable en una sociedad donde el trabajo productivo es asunto de hombres y un hombre resulta más rentable que una mujer.

Las prácticas que rodean a la embarazada durante su período de gestación cumplen un papel compensador del control que el padre ejercerá en el futuro sobre su hijo. Durante el embarazo la situación anómala influye también sobre la figura paterna, que queda, desde el punto de vista social, relegada a un segundo plano. Concretando un poco más, todos estos ritos de embarazo anteriores al parto pueden considerarse dramatización de un período de separación y de un período de margen (11).

Esta dramatización está hecha patente por un alto número de ritos simpáticos o de contagio tanto directos como indirectos, tanto animistas como dinamistas (12), cuyo fin último es conseguir la fecundidad y proteger después a la madre y al feto.

C) Parto.

Al final de la gestación, cuando el alumbramiento es inminente, la embarazada de Hondura de Huebra hace la última ofrenda para asegurarse el buen parto y feliz llegada de su hijo:

Se le iba a ofrecer una gallina al cura, pero hubo uno que dijo que le iba a hacer más falta a ella, y se acabó costumbre (13).

Después de haber vivido durante mucho tiempo en un período de margen, con la proximidad del parto, se acerca el momento de la agregación de la mujer a la sociedad con un nuevo estatus. Con todo, esta agregación social, como veremos después, no coincide con el parto físico.

Puesta la mujer a dar a luz, se avisa a la partera -partolera o comadrona-, mujer que casi siempre coincide con la descripción de una anciana experimentada que o bien tuvo muchos hijos o es poco escrupulosa. Sus servicios y su experiencia solían requerirse como un favor entre vecinos, más que como algo que pudiera ser remunerado.

Además de la confianza que se ponía en el auxilio práctico de esta mujer, normalmente se tenía fe en algunas estampas o imágenes de vírgenes que, colocadas en la cabecera de la cama, facilitaban y velaban el parto.

Siguiendo el hilo del discurso de nuestros informantes, reconstruyamos todo el momento:

Iba alguien a avisar a la partera que venia a la casa cuando se empezaba a sentir que el niño ya venia. Las vecinas venían de prisa para ayudar en todo lo que podían.

Durante todo el embarazo no se le hacia ningún reconocimiento médico, ni tratamiento ninguno, y llegada la hora del parto si todo venia bien, bien estaba; pero si había alguna dificultad, se llamaba al médico, que resolvía la papeleta si no era demasiado tarde (14).

Aunque con el paso del tiempo el parto se empezó a efectuar en la cama, la forma tradicional de dar a luz era de pie o de rodillas, costumbre muy extendida en toda la provincia de la que hablamos, así como en toda Castilla-León y Extremadura.

En muchas aldeas de la provincia, tiempo atrás, cuando había problemas en el parto y la placenta tardaba en descender, la partera debía sentarse a la puerta de la casa y quitarle por sorpresa el sombrero al primer varón que pasara y ponérselo a la paciente. La parturienta salmantina también acostumbraba a ponerse prendas del esposo (15).

Por otro lado, se utilizaban medios físicos para ayudar la salida del feto y la placenta. La mayor parte de estos métodos intentaban conseguir que los músculos abdominales se contrajeran, para lo que se estimulaba a la parturienta al vómito mediante determinadas técnicas.

Se obligaba a la mujer a soplar por una botella o se le metían mechones de su propio pelo en la boca.

En zonas muy próximas a la comarca estudiada, una vez efectuado el parto se acostumbraba a guardar un trozo del cordón umbilical para que el recién nacido, una vez mozo, lograra librarse del servicio militar. Con tal fin se le cosía en alguna prenda un trozo del cordón el día del sorteo (16).

En los días posteriores al parto, la madre de la parturienta, o alguna vecina, se ocupaba de prestar una especial atención a la reciente madre, hecho que se reflejaba sobre todo en la dieta:

Se le tenía a la madre a caldos de gallina, tortillitas dulces y chocolate.

En casi todos los pueblos de la zona era frecuente también «hacer la visita», costumbre que consistía en llevar algún obsequio, que casi siempre eran dulces. En Hondura de Huebra, según una informante del pueblo, el melocotón en almíbar y el chocolate eran regalos muy apreciados.

La madre, después del parto, debía observar el precepto de no salir a la calle en un determinado tiempo. Es lo que se denomina «cuarentena».

Había que curar la cuarentena; era casi un pecado salir a la calle. Ahora, ya a los ocho días sales andando. Hasta un mes, o algo menos, no se salía a la calle y a misa; entonces se iba con el niño y una velita a ofrecer.

No obstante, este precepto era sólo observado dependiendo de la situación familiar y de la época en la que se daba el alumbramiento. Si era en fechas de alta actividad agrícola o ganadera, la mujer normalmente sólo observaba la prescripción de no salir a misa hasta los cuarenta días:

Si era tiempo de segar, de atar, de lo que sea, pues allá se iba, había que sacar adelante la casa.

Dado que la mortalidad infantil era alta y se temía que el niño quedara «moro», el bautizo se celebraba a la semana del nacimiento e incluso antes. Por esta razón la madre no asistía al bautizo del hijo, haciéndolo el padre en muy pocas ocasiones, pues también se consideraba tabú el hecho de que el padre asistiera a tal acto (17). De esta forma son las figuras de los padrinos las que adquieren aquí mayor relevancia.

D) El bautizo.

Puede considerarse el bautizo como un rito de paso en el sentido más clásico. Mediante este acto, el nuevo ser entra formalmente en la sociedad y es reconocido oficialmente por ésta. El bautizo dramatiza la agregación del individuo a la parroquia, que, como se sabe, es una de las instituciones que mayor cohesión aportaba a las comunidades rurales. Fundamentalmente, es una necesidad de aceptación social de la familia la que impele a realizar estos actos que también tendrán una influencia importante en el proceso de aculturación del niño, sobre todo a través de la asignación de un nombre, símbolo de la diferenciación individual del infante. Antes de llevar al niño a la iglesia es necesario decidirse acerca del nombre. Entre los aldeanos de Castilla es muy común la asignación de un solo nombre, que a menudo coincide con uno de los santos del día en el que se produjo el nacimiento. Algunas veces se eligen nombres poco comunes para evitar confusiones con otros individuos, pero es mucho más corriente la asignación de nombres de parientes y de padrinos. Raramente se ponían a los hijos los nombres de los padres, prefiriéndose -en Castilla, Extremadura y Andalucía- las denominaciones de la generación alterna, los abuelos. Dejemos que los informantes nos guíen en este tema de la asignación de nombres:

El nombre lo elegían los padrinos; más bien, lo elegía la madrina (18). Ahora, los nombres los elige la madre, los abuelos... (19).

También se ponían nombres de familiares muertos, por respeto; de los abuelos. Antes, por el nombre del crío se sabía de qué familia era. Casi se sabía quién había sido el padrino y la madrina...

Importantes parecen las figuras de los padrinos en este asunto de la asignación de nombres en la comarca de la Huebra. Frecuentemente, se daba la homonimia, con lo que si el padrino era de fuera de la familia se ampliaba el repertorio de nombres del grupo. Sin embargo, la mayor parte de las veces los padrinos son los abuelos, algún tío o algún familiar cercano, por lo que se conservan durante algún tiempo denominaciones familiares parecidas.

A los ocho días del nacimiento solía celebrarse el bautizo. Como se recordará, la madre no asistía al mismo, dado que estaba guardando la cuarentena. En muchos pueblos de la zona tampoco el padre presenciaba el bautizo de su hijo. En Hondura de Huebra el padre asistía a la misa, debiendo aguardar fuera de la pequeña capillita en la que se encontraba la pila bautismal (20). Mientras el rito se consumaba podía rezar un Credo ante el altar para pedir que su hijo fuera un buen cristiano.

Pasemos a describir el bautizo en sus rasgos generales, siguiendo, una vez más, el propio hilo del relato de nuestros entrevistados:

Durante el embarazo algún familiar se había ofrecido de madrina; así, ella estaba ya con la cuenta para comprar lo necesario para el bautizo del niño.

La madrina compraba el envoltorio del niño para sacarlo de la pila.

Se le pone al niño una muda para estrenar, unas mantillas y un faldón que regalaba la madrina; a veces, unas puntillas de adorno y un jersecito.

El padrino había invitado a los amigos más íntimos y a los familiares. Desde la casa iban todos a la iglesia; la madre no iba porque estaba en cuarentena; la madrina llevaba al niño. Se llevaba una jarrita de agua de casa y la bendecían después para bautizar el niño (21).

Después de la misa del domingo, repicaban las campanas y así empezaba el bautizo. Aquí había una capillita donde estaba la pila bautismal. El padre tenia que quedarse fuera, eso decían...

Cuando se ponía el nombre al bautizado, los crios del pueblo salían corriendo repitiendo el nombre hasta la casa del bautizo (22). Después de celebrado éste, los chicos, en fila, recogían un regalo: confites, dulces o, si los padrinos eran generosos, alguna moneda. Al final, la madrina tiraba unos caramelos y unas perras a la repañina (23) (Hondura de Huebra).

La madre, que en estos momentos se encuentra en la casa, sale a obsequiar con dulces a todos los que habían llevado visita cuando el parto. A este obsequio se le llamaba dar el plato.

Al convite que después se producía se solía invitar a los familiares y amigos más íntimos, y la comida era casi siempre un cordero que se mataba para la ocasión, alguna gallina; también se hacía un flan, y los invitados llevaban dulces. Todos pedían que el niño disfrutase de buena salud.

Después de esta descripción de las prácticas que se llevan a cabo en el bautizo, parece claro definir este ritual como un primer acto de agregación del individuo a la sociedad. No sólo nos referimos al acto religioso, donde el simbolismo de purificación e integración son muy claros (24), sino al conjunto de hechos que hemos estudiado, que tienen la misión de incluir al nuevo individuo en la comunidad con el mínimo de problemas e iniciar su larga enculturación.

Para terminar este apartado, y en relación también con lo tratado en los anteriores, resultaría interesante señalar que se ha comprobado una alta correlación positiva entre el descenso de los rituales postparto y el índice de mortalidad infantil (25). Esto puede interpretarse como fruto de una serie de variables externas (avances de la medicina, secularización de la vida cotidiana, descenso de la importancia de la figura de los padrinos, etc.); pero es algo que refuerza la idea de que todos los rituales de los que hemos tratado eran protecciones simbólicas de la madre y, sobre todo, del recién nacido.

CONCLUSIONES

Las ceremonias y creencias que van desde el momento que se busca la concepción hasta el parto, constituyen un todo en el que se pueden observar una serie de períodos de separación, de margen y de agregación. Estos períodos coincidirán con la concepción, el embarazo y el parto, respectivamente. En el momento en que la mujer de la Huebra busca la concepción mediante determinadas prácticas, se aparta del comportamiento normal de cualquier mujer de la comunidad que no se halle en esa situación. Una vez embarazada, al atenerse a una serie de prohibiciones, su separación se hace real, situándose durante nueve meses en un período de margen que únicamente terminará con el parto. Pero hagamos una precisión: el retorno familiar del parto coincide con el hecho físico del mismo; sin embargo, el retorno social del parto no se hace efectivo hasta acabada la cuarentena. No obstante esto, el nacimiento del hijo y el bautizo rompen las primeras barreras del período de margen. Todas estas divisiones y clasificaciones no son tan fáciles de precisar como pueda parecer. No pueden comprenderse en modo alguno los ritos de embarazo y parto desvinculados de la fase y los rituales anteriores del matrimonio. Es sólo autonomía y no independencia lo que existe entre los dos momentos. Puede afirmarse, entonces, que los ritos matrimoniales acaban en el preciso instante en que se consuma su objetivo: el nacimiento de un hijo. Así, los ritos de los que venimos hablando pueden considerarse globalmente como un gran acto de consumación del matrimonio, y a este último tendremos que referirnos necesariamente para comprenderlos en toda su extensión.

NOTAS:

(1) A. V. GENNEP: Los ritos de paso. Taurus. Madrid, 1986.

(2) M. ELIADE: Iniciaciones místicas. Taurus. Madrid, 1975,

(3) E. LEACH: Cultura y comunicación. La lógica de la conexión de los símbolos. Siglo XXI. Madrid, 1981, 107-110,

(4) Asimismo, aunque de forma complementaria, pueden consultarse, a parte de los autores que más adelante reseñaremos:

BALIN, J.: "The Sacred Dimensions of Pregnancy and Birth". Qualitative Sociology, 1988, 11, 4, 275-301,

BROUDE, G, J.: "Rethinking the Couvade: Cross-Cultural Evidence". Amercian Anthropologit, 1988, 90, 4, 902-911.

CENCILLO, L. y GARCIA, J. L.: "Los ritos de paso" en: Antropología cultural: factores psiquicos de la cultura. Guadiana. Madrid, 1976, 555-566.

DOMINGUEZ MORENO, J. M.: "Ritos de fecundidad y embarazo en la tradición cacereña". Folklore, 1984, 46, 4, 136-144.

O´TOOLE, R. y O’TOOLE, Anita W.: "Menopause: Analysis of a Status Passage. Free Inquiry in Creative Sociology, 1988, 16, 1, 85-91.

REVERTE COMA, J. M.: "El parto entre los pueblos primitivos", El Médico, 1987, nov., 79-88.

(5) Véare, J. F, BLANCO: Usos y costumbres de nacimientos, matrimonio y muerte en Salamanca. Diputación de Salamanca. Salamanca, 1986, 17. En esta obra se recogen resultados en la,provincia de Salamanca de la encuesta del Ateneo de Madrid sobre la vida tradicional y el ciclo vital.

(6) Para dar un repaso a este tipo de creencias y a la profusión con que se dan en la geografía española remitimos a la recopilación efectuada por M, KENNY y J. M. DE MIGUEL: La antropología médica en España. Anagrama, Barcelona, 1980, 227-264.

(7) Costumbre extendida en otros pueblos de Salamanca, así como en las provincias de Badajoz, Valladolid, Ciudad Real y Murcia (según hemos podido comprobar en otras labores de campo). En algunas zonas el pronóstico es el inverso al señalado en el texto, lo que da cuenta de la inconsistencia de estas predicciones y de la dificultad en la interpretación de las mismas.

(8) La luna, como factor importante en practicas relacionadas con la fecundidad, es puesta de relieve varias veces por J. G. FRAZER en: La rama dorada. FCE. México, 1981, 177 ss. Es Significativa la creencia de los agricultores de algunos pueblos salmantinos acerca de que en cuarto menguante hay que remover las patatas para que no les salgan tallos.

(9) Véanse otras predicciones del sexo del feto en J. F. BLANCO: Prácticas y creencias supersticiosas en la provincia de Salamanca. Ediciones de la Diputación de Salamanca. Salamanca, 1987, 22-23.

(10) La izquierda, entre otras cosas, solía identificarse con un estatus inferior y con el mal. La mujer se asociaba a esas mismas características.

(11) Estar sujeto a un tabú es indicativo de que la persona implicada no está ocupando una posición normal en la vida social. Consideraciones generales sobre este tema pueden encontrarse en RADCLIFFE BROWN: Estructura y función en la sociedad primitiva. Península. Barcelona, 1974, 153-175.

(12) A. V. GENNEP: Los ritos de paso, o.c., 54.

(13) Parece ser que en este caso se establece una relación entre la fecundidad y las características de estas aves. Sobre tal conexión, véase J. G. FRAZER: Idem, 37.

(14) Esto recuerda el señor Abelardo González de Santo Domingo del Campo. Opiniones recogidas en la Revista de Hondura de Huebra: El Alamo de la plaza, nº. 5, 1984.

(15) Parece que en el fondo de esta creencia se halla la convicción de que la prenda comunicará la potencia y la fuerza masculina del varón a la parturienta.

(16) Se pretende establecer una relación de contagio entre la ropa del mozo y su cordón umbilical, que representa a la madre y, por tanto, a la casa y al pueblo. La creencia de que es necesario disponer de la placenta o del cordón umbilical para realizar ciertos ritos mágicos, se da en muchas partes del mundo. Véanse numerosos ejemplos en J. G. FRAZER: Idem. 66, 153, 213, 284 y 766. Asimismo, G. Roheim considera este tipo de rituales como representaciones simbólicas de la angustia de separación y como un intento de abreacción de este temor. G. ROHEIM: Magia y esquizofrenia. Paidos. Barcelona, 1982, 26.

(17) Tal costumbre y tabú cumplen una función importante de "marginalidad social" (entendida ésta según la concepción de Van GENNEP: Ibidem).

(18) En Hondura de Huebra sólo es elegida la madrina. El padrino lo es por ser el marido de la madrina.

(19) En Hondura de Huebra existía tendencia a poner los nombres de familiares fallecidos.

(20) Esta información fue recogida de unas declaraciones de la Sra. Rosalia de Hondura de Huebra. El resto de los informantes no parecían estar muy de acuerdo con la veracidad de este dato, lo que puede ser atribuible al olvido ya que hemos podido comprobar en muchos pueblos cercanos la persistencia de esta costumbre. El padre también ocupa una posición "anormal" en este período.

(21) Este hecho simboliza la relación entre el primer agente socializante, la familia, y el segundo y más potente: la parroquia, que engloba el primero.

(22) El simbolismo parere claro y muy funcional: los niños pregonando el nombre del bautizado lo introducen en la comunidad y en su subgrupo.

(23) Esta expresión significa lanzar los caramelos o monedas desde la puerta para que los niños pugnen por ellos y los recogan.

(24) En el antiguo bautizo por inmersión el simbolismo muerte (al anterior estado) resurección (al nuevo) era patente,

(25) Datos aportados en una comunicación de Antón ERKOREKA: "Desaparición de los rituales y creencias asociadas al recién nacido", en el IIº Congreso mundial Vasco. Antropología. Vitoria, septiembre de 1987.



REVISTA DE FOLKLORE
Caja España
Fundación Joaquín Díaz

Costumbres: mocedad, noviazgo y matrimonio

Fuente: http://www.funjdiaz.net/folklore/07ficha.cfm?id=1392

Autor: ESPINA BARRIO, Angel B. y JUEZ ACOSTA, Eduardo


-.-
Una de las funciones más importantes que ha de cumplir cualquier cultura se refiere al cuidado de la perpetuación física de sus miembros y a la continuación de sí misma, por ello la unión de los sexos y la procreación son actos totalmente controlados por la normativa y los rituales sociales. Como ya dijimos que los ritos de embarazo y parto no pueden entenderse sino como consumaciones del matrimonio, tendremos ahora que estudiar éste desglosándole en sus diferentes etapas: mocedad, noviazgo y boda.

Los datos recogidos sobre las prácticas asociadas a la mocedad en la Comarca de la Huebra se centran casi con exclusividad en el sexo masculino ya que las conductas de las muchachas, en especial las referidas al momento de la primera menstruación, son ocultadas socialmente y no constituyen un rito de paso en sentido estricto. No obstante la vida del mozo en esta etapa no es comprensible sin sus frecuentes relaciones con las muchachas y por ello muchas de las observaciones que anotemos también se referirán a ellas. Tanto el hombre como la mujer buscan la relación y tienen perspectivas concurrentes, aunque no siempre iguales (1).

LA MOCEDAD

El evento que marcaba socialmente el paso de niño a mozo era, por excelencia, el denominado «pagar la entrada». Se daba a los dieciseis años y coincidía con la entrada del neófito en el grupo de iguales. Consistía en el 'convite a unas jarras de vino:

Cuando un mozo se incorporaba al grupo de mozos se le «cobraba el vino» y si no quería pagarlo se le tiraba a un caño o a una charca (Hondura de Huebra).

De esta sencilla manera el niño quedaba hecho mozo a todos los efectos, aunque, como se sabe, el paso posterior por el período Militar vendría a confirmar su madurez, que no sería plena hasta el matrimonio. Durante todo este período, que en tiempos pasados no era muy amplio, se celebraban una serie de fiestas, en las que los mozos eran los protagonistas, cuya funcionalidad, a nuestro entender, era doble: fomentar la solidaridad del grupo y ayudar a acercar controladamente los dos sexos. Veamos detalles de estas fiestas primeramente en Hondura de Huebra y después comparativamente, en el pueblo cercano de San Domingo.

La víspera de Reyes y la víspera de Todos los Santos eran los días escogidos por los mozos de Hondura para realizar sendas cenas festivas. A tal efecto eran nombrados mayordomos dos mozos que quedaban encargados de comprar unos carneros y organizar el ágape con el dinero recolectado en el grupo. El mayordomo mayor organizaba la cena de Reyes en su casa y el menor se cuidaba de la de Todos los Santos. Para congregar a todos los miembros a estas reuniones parece ser que estos mayordomos hacían sonar un cuerno de vaca.

Al terminarse la cena de Reyes se cambiaban los mayordomos. Cogían un vasito de vino y se lo entregaban a sus sustitutos. Luego, por la noche, se hacia el baile. Se invitaba a las mozas y se traía tamboril de Escurial (Hondura de Huebra).

A la cena sólo se invitaba, en un principio, a la moza mayor aunque en épocas más cercanas asistían otras muchachas. Además eran frecuentes las reuniones nocturnas entre mozas y mozos, en casa de alguno de estos últimos, en las que podían charlar y divertirse.

En San Domingo, por Navidad, los mayordomos acompañados de todos los mozos y el tamborilero, iban por las casas felicitando las Pascuas. Cada uno de los mayordomos portaba un pincho, parecido a una espada, en el que iba clavando lo que tenían a bien regalarles los vecinos, que solía ser algo de cebón (orejas, rabos, o algún pie). También se acostumbraba a dar alguna torta de pan que se iba echando en unos cestos que cargaban los mozos más jóvenes. Aparte esto, solían ser obsequiados con castañas, nueces y dulces. Si en las casas había mozas se organizaban bailes lo que prolongaba bastante el recorrido y lo que motivó en su día la protesta de algunos vecinos, especialmente la de los mayores de edad. Se celebró, incluso, una asamblea por esta cuestión en la que no hubo acuerdo unánime aunque sí una votación favorable a suprimir esta fiesta.

Con todo, pocas cosas quedaron eliminadas, entre ellas, la organización de una subasta el día de año nuevo en la que eran vendidos los excedentes de lo sacado. El dinero era entregado al señor cura y debía ser destinado a sufragar la iluminación del Santísimo.

Se daba en esta misma población una cena de año nuevo para la que se acostumbraba comprar dos carneros capones. Si la compra se hacía en algún pueblo cercano, los mozos acudían la antevíspera a realizar el traslado de los animales. Las mozas del pueblo visitado escondían previamente aquello que los forasteros venían a recoger, con lo que empezaba una relación jocosa y una primera juerga en la que no participaban para nada los mozos del pueblo visitado. Es evidente el interés de estas relaciones que podrían terminar en matrimonio y es de destacar la amalgama que siempre se da en los grupos humanos entre lazos económicos y sexuales. La manera más simple de intercambio entre los pueblos se realiza mediante el comercio pero también, y sobre todo, por el intercambio matrimonial (2).

Ya de vuelta al pueblo, por la noche, los carneros deben ser bien guardados pues los casados intentarán robarlos normalmente de manera infructuosa. Rivalidad curiosa que revela un funcionamiento que recuerda al de las clases de edad de otras culturas.

La víspera por la mañana los mayordomos con los carneros bien engalanados. dan una vuelta por el pueblo seguidos por los muchachos. A continuación se meten. Los mayordomos invitan a las mozas a que vayan a la cena. Estas van a hacer las morcillas para los dos días siempre con la ayuda de algún mozo (San Domingo).

Contrariamente a lo que se hace en Hondura, es en esta cena cuando se realiza el relevo de los mayordomos. Antes de cenar los mayordomos antiguos deciden quiénes les pueden suceder y sólo al acabar el convite dan a conocer su decisión de una curiosa manera. El primer mayordomo toma un vaso de vino y dice al que va a ser nombrado: Toma y bebe de este vaso de vino como buen compañero, para que cumplas el cargo de este Feliz Año Nuevo. A esto contesta el nuevo mayordomo: Yo lo recibo y mis deseos son que para el próximo año todos podáis acompañarme, y si alguno no fuera, que sea por su gusto. (Por haberse casado, por ejemplo). El segundo mayordomo procedía de manera similar.

El día de Reyes también se hacía en San Domingo un baile con tamboril y un ágape después del baile con las aportaciones voluntarias de las mozas: longaniza, costilla, etc. Se cenaba, bebía y jugaba a placer. Por cierto que en este pueblo también se pagaba la «entrada», como nos lo dijo un informante:

Los que salieron de la escuela ni son muchachos ni mozos, son dos o tres años de espera. Estos son los mozos de media braga. Para ser mozo del pueblo hay que pagar «la entrada» (San Domingo).

«Entralda» que consistía, si se era hijo del pueblo, en pagar media azumbre de vino (un litro), y media cuartilla (dos litros) si se era forastero.

Una vez realizada esta visión comparativa de las fiestas de mozos de San Domingo, volvamos a dar un repaso al ciclo festivo anual de Hondura viendo la participación que los mozos tienen en él, especialmente en sus dos celebraciones más propias ya reseñadas.

Ya en Santa Agueda, fiesta que se celebra el cinco de febrero y que tiene gran tradición en otros pueb1os de la provincia de Salamanca, empezaban los preparativos de la cena de carnaval. Las mozas del pueblo pedían «las perras» a los forasteros con las que sufragar la mencionada cena a la que asistían los mozos y el imprescindible tamborilero.

En las fiestas de Carnaval puede destacarse el disfraz de «Vaca Antruejo» (pedazo de madera con cuernos) con el que los mozos se persiguen unos a otros.

El día de San Pedro se hacía «la migada». Los mozos del pueblo recorrían todos los corrales para ordeñar las cabras de los vecinos que, en fiesta tan señalada, parece que eran generosos. Después de realizado esto llevaban la leche a casa del mayordomo quien se encargaba de hervirla y echarle las sopas (pan) en cazuelas. Tras enfriarse el alimento, ya por la noche, las mozas eran invitadas a comerlo. Los niños también daban vueltas alrededor con el fin de que los mozos les sacasen alguna cazuela.

Pero es, sin duda, el día de Todos los Santos uno de los más significativos del año para los jóvenes del lugar, especialmente para los varones. Después de las actividades del día en las que convivían mozas y mozos por ejemplo recogiendo bellotas en el encinar, donde los chicos subían a los árboles y ellas apañaban abajo, los muchachos se retiraban para hacer una cena muy especial la noche de difuntos. Días antes ya se habían reunido en casa del mayordomo chico para comprobar cuántos «entraban» y comprar la carne necesaria.

Siempre se preparaba carne para esa noche y la siguiente, lo normal de aquí, una oveja o un carnero. En esta cena sólo se comía carne y la cuenta se hacía en la noche siguiente (Hondura de Huebra).

La víspera se pedía al yerbejero la leña para el guiso a cuya greña los mozos llevaban un carro al sitio convenido no olvidándose nunca de la bota de vino y, si ya habían matado al animal, daban cuenta de los menudos. Por la tarde ponían los mayordomos unos cordeles a las campanas de tal forma que éstos llegaran al suelo pues esa noche tocarían a muerto con mucha frecuencia y de esa guisa no les haría falta subir al campanario. Era casi una obligación de los mozos realizar esta tarea por la que es daba el cura dos pesetas que en aquel tiempo costaba la cuartilla de vino.

Cuando subió el precio -se quejaba uno de nuestros informadores- no hubo forma de tener más dinero. Decía el cura que había que respetar las costumbres...Acabó por no dar nada (Hondura de Huebra).

Mientras todos estaban cenando algún mozo iba a doblar insistentemente las campanas con intervalos de pocos minutos y durante un espacio de tiempo muy prolongado. Los mayordomos acudían a premiar al esforzado compañero con un buen plato de carne y una jarra de vino por su celo en la tarea. Después de cenar los mozos se ponían a jugar a las cartas, normalmente al «julepe».

La otra fiesta de mozos, quizá de mayor importancia que la relatada, se daba alrededor de la Cena de Reyes. Tocándose el cuerno unos días antes del evento para calcular el número de los que «entrarían» -Hubo años en que pasaron de treinta, nos dijo un anciana del lugar- se acordaba la salida para comprar los carneros. Tras la misa, a la que asistía el tamborilero, trascurría el día alternándose los bailes y los refrigerios a base de carne. Los mayordomos pasaban por las casas donde había mozos pidiendo dos libras y media de pan y una taza de garbanzos por cada uno de ellos, lo que permitiría invitar a las mozas a la cena en la que se serviría, además, morcilla cocida de oveja y carne guisada de dos formas.

La noche de la cena se acostumbraba, para empezar, poner aceitunas en varios platos como aperitivo y contaban que un año las cambiaron por cagalutas...(Hondura de Huebra).

Siempre sobraba mucha carne a pesar de que también era agasajado el tamborilero quien, en varias ocasiones durante la cena, tocaba «a besar», melodía que estimulaba a los mozos a hacer lo propio con alguna moza cercana.

Como ya se ha dicho, en esa noche se efectuaba el relevo de los mayordomos para lo que, después de cenar, iban dando un vaso de cristal lleno de vino a cada uno de los asistentes. Al llegar a los previamente designados como nuevos mayordomos se les decía, a manera de nombramiento: Que tengas salud para cumplir la mayordomía.

Entre otras fiestas locales con participación destacada de los mozos, puede también mencionarse “La Alborada” del día de Navidad en la que los mozos componían cantares a las mozas, normalmente laudatorios. Es una lástima que ya nadie recuerde ninguno de estos cantos.

Por último están las fiestas de quintos que, tanto en Hondura como en San Domingo, consistían en una cena y un baile de despedida antes de la marcha al servicio militar. En estas celebraciones, que tenían el nombre específico de “convidá de los quintos” no había colecta ya que los mozos eran invitados directamente por la comunidad. Brindando por la salud y la suerte de los que partían, el pueblo marcaba socialmente su separación y entraba en la vida militar, que en aquellos años constituía un verdadero “período de paso” pues era normal que poco después de la vuelta el joven “se echara” novia.

EL NOVIAZGO

Las muchachas aprendían pronto a desear el matrimonio y, para encontrar novio, no faltaban las velitas a San Antonio. Lo más corriente eran casamientos entre jóvenes del mismo pueblo, siendo la endogamia muy fuerte, como nos lo dijo uno de los informantes:

Aquí, como éramos muy pocos, todos somos casi parientes. Se casaban incluso entre hermanos de padre o de madre. Hay muchos primos carnales (o primos hermanos) casados y también hay muchos dos hermanos con dos hermanas (Hondura de Huebra).

Los matrimonios eran muchas veces concertados por los padres existiendo, en el origen de los mismos, fuerte base económica. Los intereses extrasexuales siempre han tenido una importancia fundamental en el establecimiento de lazos afines, tanto ahora como en el pasado, únicamente que en las sociedades tradicionales esto podía observarse con menos tapujos (3).

Recuerdo a una que la hicieron casarse con otro porque tenía dos vacas (Hondura de Huebra).

Aunque muchas veces los novios carecían de casi todo, por lo que era muy importante que el novio fuera trabajador y fuerte. Veamos que le pasó a una pareja, que evidentemente no reunía estas características indispensables para llegar a la boda, según unos versos recordados por la señora Elisa:

...Ella se llamaba Juana
era nieta de su abuelo,
con pedacitos de pan
se pasaba el día entero.

El se llamaba Juan
era cojo y también tuerto,
de trabajar no entendía
porque era tierno de huesos.

Un día por la mañana
a Juan le vino el deseo
de acostarse con su novia,
y lo consiguió al momento.

Y después le dice: Juana,
yo tu palabra deseo
si nos hemos de casar,
tenemos que ver primero,
la manera de vivir
y el lugar que tenemos.

Aunque ves esta camisa
yo también otra tengo,
que la pobre está sin mangas
y le falta el delantero,
tampoco tiene la espalda
y además le falta el cuello.

Y también tengo una capa
pero con tantos remiendos,
que no se puede saber
qué color es primero.

¡Ay Juan! por lo que me vas diciendo
eres más rico que yo
y ahora verás que no miento.

Aunque avíos de cocina
yo también algunos tengo:
tengo una sartén rota,
un puchero viejo
un cazo desportillado.

De las botellas no hablemos,
de cuchara y tenedor
sólo tenemos los dedos.

¡Ay Juanita de mi alma!
por lo que me vas diciendo
ni colcha ni colchón
ni nada bueno tenemos,
pues vivamos separados
que por mujer no te quiero.

¡Qué me dices Juan Eterno!
¿No quieres que nos casemos?
pues que sea enhorabuena
si libre de tí me veo

porque eres un vagabundo
mal trabajador y feo,
y tienes más alegatos
y más moquillo que un perro,

narices de apagavelas
siempre estás en movimiento
rascándote las espaldas
que las tienes llenas de «piejos».

Tuvieron que ser separados
después de grandes auxilios.

Ella se marchó llorando con desconsuelo
y el se quedó suspirando
con golpe en el ojo bueno.

Y aquí termino este cuento,
el que no quiera creerlo
que monte la burra coja
y venga a mi pueblo a verlo

(Elisa Martín, Hondura de Huebra) (4).

Los novios se veían normalmente al ir a recoger agua, al ir a cuidar las vacas o las pocilgas... Al regresar de estas labores venían juntos charlando y conociéndose. También, como es lógico, en los bailes y fiestas de las que hemos tratado. Podía saberse lo “serio” que iba una relación por el número de bailes que la moza concedía a otros muchachos. Si el noviazgo estaba muy avanzado prácticamente sólo bailaba con su novio.

En los casos menos frecuentes, pero sí muy importantes, en los que el novio fuera forastero podía observarse una reacción significativa del grupo de varones jóvenes del pueblo. E1 forastero debía "pagar el vino" pues de lo contrario le sería prácticamente impedido estar con su novia. De alguna forma debía “naturalizarse” en el pueblo para poder ser aceptado, en otro caso sería un intruso que mermaría las posibilidades de encontrar pareja a los mozos del lugar.

En San Domingo, cuando las relaciones se prolongaban lo necesario, el novio pedía permiso para entrar en casa de sus futuros suegros. Estos ya habían sido advertidos previamente por su hija de tales intenciones, advertencia que suscitaba muchas dudas y vergüenza por parte de la novia, situación similar a la sentida por el novio al informar de lo mismo a sus propios padres. Los padres del novio acudían una noche a casa de la novia a “pedirla” para su hijo. En este momento se acordaba la fecha de la boda, el día en que “se pregonarían” y cuándo se iba a hablar con el cura y dar las dotes. Esa noche cenaban juntos padres, novios y hermanos, cruzándose varios regalos y decidiendo en qué casa era conveniente celebrar el enlace.

Antes del segundo pregón, los padres del novio y de la novia, o en su defecto algún tío, pasaban por las casas de los que iban a ser convidados informando del día de la boda e invitando a “misa y mesa”. Paralelas invitaciones realizan, por una parte, el novio, acompañado de algún hermano o amigo, a todos los mozos del pueblo y, por otra, la novia, acompañada de alguna hermana o amiga, a todas las mozas del lugar.

LA BODA

Se daba también en la Huebra la tan extendida creencia que pronostica mala suerte si el novio ve a la novia antes de la boda. Por ello, el día del casorio, llegaban por separado a la iglesia donde esperaba la mayoría del pueblo engalanada para la ocasión. En realidad las fiestas y preparativos empezaban ocho días antes de la boda. En un principio parece que la novia no participaba mucho en esos preparativos. Ya hemos hablado de la forma de realizar las invitaciones pero no de una figura poco corriente: la sotamadrina:.

Además del padrino y de la madrina estaba la sotamadrina que tenía que repartir perras para que las mujeres fueran a ofrecer para los que se iban a casar (Hondura de Huebra).

Por supuesto que los gastos del banquete eran pagados por los padres de los contrayentes, sin embargo, otros gastos secundarios debían ser cubiertos con aportaciones de los padrinos y de la sotamadrina.

El día de la boda por la mañana se les cobraba las perras a las mujeres y a los padrinos y a la sotomadrina. Esto lo hacían los mozos. Hacían un revuelto de pimiento y agua en un caldero y si alguna se resistía a pagar, a mojarle las piernas hasta que pagaba (Hondura de Huebra).

Asistía, como no, el tamborilero quien tocaba pasacalles al salir de la iglesia y durante la comida. El ágape se componía de sopa de fideos, cocido de garbanzos, carne cocida con morcilla de oveja, jamón, dulces y licores.

Después del baile los novios se «daban el clareo» para que los mozos no les hicieran perrerías (Hondura de Huebra).

Estas bromas, a veces más pesadas de lo conveniente, solían consistir en poner sal en las sábanas, tocar el cencerro, etc. (5) .Tales prácticas indican, sin ningún género de duda, una serie de sentimientos ambivalentes del grupo de mozos que en ese momento abandonan los recién casados. Por una parte existe una cierta envidia por haber logrado el nuevo estatus y, por otra, una rivalidad e, incluso, una celotipia especial entre los individuos de igual sexo en ese momento de intercambio matrimonial (6).

Como punto de referencia, y al igual que otras veces, veamos qué ocurre en el vecino pueblo de San Domingo. Allí las bodas solían celebrarse en sábado, siendo el domingo la tornaboda. La semana previa estaba plagada de actividades muy bien reglamentadas en las que se movilizaba prácticamente toda la comunidad. El jueves, por ejemplo, los invitados, excepto las mozas, iban a amasar pan y a hacer los bollos maimones (7). El viernes, los tíos carnales y algún amigo del novio, acudían a preparar la carne. Como casi todos tenían ovejas se sacrificaban dos o tres de cada parte. Este mismo viernes, las tías carnales y vecinas, se reunían para lavar las tripas del ganado que hubieran matado y para hacer las morcillas. Todos los invitados a las bodas, excepto mozos y mozas, llevaban un gallo o una gallina. Los vecinos, fueran o no al convite, acostumbraban a dar unos huevos u otros regalos, siendo correspondidos con una porción de pan de anís.

Entrando ya de lleno en la ceremonia y comida nupcial, destacaremos la llamada temprana hecha por el tamboril en las calles del pueblo, tras la que los invitados se reúnen en la casa organizadora para desayunar. La novia, mientras tanto, es ayudada a vestirse por las amigas. Una vez compuesta se arrodillará frente a sus padres quienes le darán la bendición para que sea feliz en su enlace matrimonial. Posteriormente la comitiva partirá de la casa del novio quien, del brazo de su madrina, se dirigirá a la casa de la novia donde ésta le esperará junto con el padrino. Una vez reunidos todos, irán a la iglesia. Antes de entrar en el recinto sagrado, el sacristán coloca a los contrayentes un elegante paño sobre los hombros como símbolo de su unión. Terminado el rito, los novios y acompañantes van a la casa de los padres del novio donde éstos les esperan para darles la bienvenida. Novios, padres y sacerdote toman un refrigerio previo a la comida. Para llamar a ésta el tamborilero da un toque por las calles del pueblo.

La tarde de la boda, tanto en Hondura de Huebra como en San Domingo, se llevaba a cabo una interesante costumbre denominada «la espiga» que consistía en poner una mesa y unos asientos en plena calle con el fin de recibir y exponer al público los regalos realizados por los invitados. La ropa y los objetos entregados a los novios se traían en baules. Los hombres echaban dinero en una bandeja. Los primeros en «espigar» eran los padres de los novios. Lo sacado de la espiga -junto con trigo, patatas, algún apero y ganado- era con lo que contaban los novios para empezar su propia vida.

Ya sabemos las cautelas que debían observar los desposados en su noche nupcial. Según el testimonio de una vecina:

A la hora de cenar los novios ya se han despistado para que no se sepa dónde van a acostarse (Hondura de Huebra).

En el segundo día de la boda se lleva a cabo un acto simbólico de primer orden: los novios son enganchados a un yugo con su arado para que vayan acostumbrándose a trabajar juntos. Todo termina con el «baile de la rosca», un concurso para parejas con un bollo maimón de regalo.

Una vez estudiados todos los rituales de esta crucial etapa de la vida, digamos algo, para terminar, del establecimiento de determinados derechos, jurídicos o no, inherentes al acto matrimonial en estas tierras. Seremos muy concisos ya que esta temática escapa a nuestro interés inicial.

La independencia familiar, la nuclearidad de la familia y la neolocalidad a la que hoy estamos acostumbrados, no se daban en un pasado cercano en esta zona. Las discrepancias de nuestros informadores en este punto son frecuentes. Unos afirmaban que la residencia se escogía en la familia más dispuesta o mejor situada, mientras que otros afirman que los novios se quedaban en la casa de los padres que necesitaran más brazos. En ambos casos quedaba claro el interés de las familias por retener a los cónyuges y, por ende, a la descendencia que éstos pudieran aportar. En las herencias se tenía muy en cuenta la descendencia (los nietos), buscándose la continuidad de «la casa».

Los hijos con padres propietarios de tierras quedaban, por lo general, trabajando las tierras de su padre sin percibir rentas significativas hasta la muerte de éste. Algunas veces podía conseguirse la delegación del padre en favor de su hijo siempre que quedase asegurado el cuidado de la vejez paterna.

En realidad, se ha dado un fuerte cambio social respecto de principios de siglo (época de los renteros). El sistema de herencia en la época de los renteros era el siguiente: la casa quedaba para el hermano pequeño, mientras que el resto emigraba. La mujer, tan importante o más que el hombre para la casa y el trabajo, quedaba como esposa o se iba. Actualmente, teniendo en cuenta la fuerte emigración, la casa queda para el pequeño o para el que haya permanecido en el pueblo convencido por el padre. La responsabilidad respecto a los cuidados de la generación mayor es compartida con los que han emigrado, que normalmente gozan de una posición urbana más favorecida. El cambio en los sistemas económicos no ha servido, ni sirve en este caso, para frenar la emigración, dada la escasa rentabilidad de las posesiones.

(1) Aparte: de los textos que se citarán a continuación, se han consultado, secundariamente, los siguientes: Carabaña, J.: "Homogamia y movilidad social", Rev. Española de Investigaciones Sociológicas, 21, 1983, 61-81. Campos, M. y Puerto, J. L.: "El ciclo de la vida de Villacidayo", Folklore, 112, 1990, 111-120. Domínguez Moreno, J. M.: "Las bodas populares carereñas. Una aproximación interpretativa de sus rituales", Folklore, 75, 1987, 98-103. "El folklore del noviazgo en Extremadura", Folklore, 79, 1987, 19-27. Driessen, H.: "Male sociability and rituals of masculinity in rural Andalusia", Anthropological Quarterly, 56, 3, 1983, 125-133.Galland, O.: "Formes et transformations de l'entrée dans la vie adulte", Sociologie du Travail, 27, 1, 1985, 32-52. Martín Ruiz, J. F.: "El modelo de nupcialidad en Andalucía. El ejemplo de Cádiz", Rev. Internacional de Sociología, 44, 4, 1986,563-577. Quijera Pérez, J. A.: "La fiesta de ‘los novios’ en la Rioja", 85, 1988, 3-6. Sánchez, M.: "De la niñez a la adolescencia", Folklore, 27, 1983, 75-79. Sanz, I.: "La 'metida a mozo' de San Cristóbal", Folklore, 16, 1982, 110-112. "La fiesta de los quintos en Otero de Herreros", Folklore, 49, 1985, 10-15.

(2) Véase: Lévi-Strauss, C., Las estructuras elementales del parentesco. Planeta. Barcelona, 1985, 65-78 y 91-108.

(3) Véase: Bossen, L.: "Toward a theory of marriage: the economic Anthropology of marriage transactions", Ethnology, 27, 2, 1988, 127-144.

(4) Véase: Martín, E.: "Los novios", en El Alamo de la Plaza, nº 12, 1988, pág. 27.

(5) La sal no es, desde luego, un símbolo de la fecundidad. Para una visión comparativa de estas prácticas véase: Vicente Castro, F. y Rodríguez, J. L.: "La campanilla (o cencerrada); Ritual nocturno de bodas", Cuadernos de Realidades Sociales, 25-26, 1985. 11-122.

(6) Si se desea ahondar más en los conflictos afectivos que conlleva toda unión conyugal dentro del grupo de iguales puede consultarse: A. B. Espina Barrio, Freud y Lévi-Strauss. Ed. Universidad P. S. Salamanca, 1990, 80-83.

(7) Dulces en forma de bizcocho redondo, típicos de la provincia de Salamanca, que tienen su origen en la zona de Ciudad Rodrigo.